Cuando nació nuestro hijo Álvaro decidimos, tácitamente, que había cosas a las que no queríamos renunciar. No queríamos dejar de ir a conciertos, ni a exposiciones, tampoco queríamos dejar de pasar una mañana entre las estanterías de una librería, tomar unas cervecita con los amigos... incluso trasnochar. Con Paula no iba a ser menos.
Pensamos que la mejor forma de no tener que renunciar a esas cosas era que desde muy pequeños nos acompañaran. Al principio teníamos que turnarnos para entrar en una exposición porque Paula corría por la sala, su hermano corría detrás de ella para que no molestara a la gente pero entonces ella se ponía a llorar... en fin, que os voy a contar.
Estas situaciones en muchos casos las podemos evitar o al menor minimizar. Son cosas de sentido común pero me apetecía ponerlas por escrito y compartirlas con vosotros. Ya me contaréis que os parecen.
Paula cinco años más tarde |
2. Si vuestros hijos ya son mayorcitos compartid la agenda y decidid todos juntos. Si no os ponéis de acuerdo podéis hacer una negociación. Se trata de que todos lo pasemos bien y es bueno hacerlo ver.
3. No consultéis sólo las agendas para niños de vuestra ciudad, os sorprendería saber la cantidad de cosas que los niños son capaces de asimilar con un poco de motivación ¿qué niño puede resistirse a buscar minotauros en una exposición de grabados de Picasso?
4. De nada sirve llevar a los niños al teatro, a una biblioteca o a un museo si no respetamos las normas de cada lugar. Hablar bajito, apagar el móvil y no tocar las obras de arte salvo que se indique lo contrario. Respetar en todo momento a los que están disfrutando de la misma actividad que vosotros y a los profesionales que la están realizando. Los demás no tienen porque aguantar a nuestros hijos ni a nosotros.
5. Hay veces que nos equivocamos de actividad, está indicada para otra edad, es demasiado larga o sencillamente a nuestros hijos les parece un rollo y se irritan. No pasa nada, simplemente abandonamos el local y a otra cosa. Ya lo intentaremos más adelante cuando sean un poco mayor... Nos evitaremos un sofocón.
6. ¿De verdad merece la pena estar tres cuartos de hora esperando en una cola para que les pinten la cara, para subir a un castillo hinchable, para que te hagan una figurita con globos? Tenemos que exigir una buena organización en las actividades a las que acudimos con nuestros niños. La primera vez os cogerá desprevenidos la segunda seguro que no. Procurad anticiparos a esta situación en la que la rabieta está casi asegurada. Ya tenemos bastante con hacer cola en el supermercado o en la sala de espera de los centros de salud. Seguro que encontramos otra forma de enserñarles a tener paciencia, no la tengo ni yo, jajaja.
7. Muchas veces somos los padres los que incitamos a consumir a nuestros hijos para más tarde reprenderlo. Yo no sé vosotros pero mis hijos no han nacido para comprar ni pertenecer a un nicho de mercado. Por eso evito acudir con ellos a lugares donde hay por medio una transacción económica, para que me entendáis "donde les quieren vender algo" sobre todo si pienso decirles que "NO".
8. Y por último, no pasa nada si un fin de semana nos quedamos en casa. Remolonear tiene su encanto, cada uno a su rollo, respetando la actividad de los otros y compartiendo el mismo espacio sin molestarnos mejora nuestra convivencia. Bajar al parque más cercano donde quizás se encuentren con algún compañero de clase con el que no juega nunca en el recreo... No creo que sea bueno estar aprendiendo todo los días del año auque sea jugando. Los niños tienen que jugar por jugar.
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